Mi infancia es sin duda alguna la etapa más hermosa de mi vida. ¿Qué podía doler más que un raspón en la rodilla? Quizá el regaño de mis padres, nada serio.
Fue
la etapa en la que un sinfín de
veces salvé al mundo con bloques de
plástico. En esa época, con sólo una
cobija como capa, logré ser princesa, maga o bruja. ¡Cuántas historias protagonicé con mis
muñecas! Fue ese tiempo cuando todo el mundo era mi amigo,
cuando un
beso
de mamá lo curaba todo, mis berrinches
pasaban rápido y no hería a nadie con
mis palabras, pues mi corazón no podía
guardar rencor.
Aún
sonrío cuando cierro mis ojos y
encuentro a la niña que soñaba con
hacerlo todo en la vida. En ese tiempo,
de verdad, ¡lo hacía todo!...
Esa niña era estilista de muñecas, veterinaria de
peluches, cantante en la sala de su casa, actriz de telenovelas que ella misma
escribía, ama de casa, maquillista, maestra, doctora e, incluso, una Power ranger, pero lo más importante es
que ella ¡fue feliz!
Ibery Calderón. Grupo 452