El mejor regalo que me han hecho fue hace casi 13 años, cuando abrieron mis ojos y me introdujeron en el mundo de los trazos. No me mostraron cómo dibujar mi animal favorito, no me dieron simples lecciones para sostener el lápiz entre mis dedos; me dieron la llave para crear un Universo del cual puedo ser reina o plebeya.
¿Cómo
es posible obtener tanto poder por medio
de signos? Ni yo misma lo entiendo, sólo sé que cuando empuño el lápiz también tomo el poder. El poder para
decidir, para convertir, crear, destruir, volar, e incluso, para enamorar. Tomo
el poder de mí misma al contacto del grafito con el papel.
Se
ha vuelto esencial el uso de la pluma en mi vida, sin ella no tendría en mi
mente los conocimientos adquiridos, no sería quien soy ahora; tal vez nunca
hubiera enamorado al Sol con mis escritos dedicados a la Luna.
Algunos
escriben para sobrevivir, para pagar deudas, para dar aviso de algo o por mero
placer. Yo escribo para crecer como persona,
para extender mi mundo e inundarme
de personas e historias.
Escribo
porque quiero escribir para ti, quiero hacerte creer en lo que yo creo, porque
puedo ver el futuro con mis letras, puedo atestiguar tu pasado con mis
historias.
Escribo
para que no se extinga el arte de enamorar con versos, escribo porque no
encuentro algo mejor qué hacer, escribo porque me siento atada o libre, porque
estoy triste o esplendorosa. Escribo porque me gusta sentir que soy especial,
escribo por placer, por locura, por amor.
Escribo para florecer, para recordar, para
vivir.
Escribo
porque quiero ser infinita entre mis párrafos y comas. Escribo por miedo a morir, a desaparecer.
Escribo porque sí y porque no. Escribo para ser inmortal.
Gracias
por darme la llave más preciada, la llave con la cual encadeno sílaba tras
sílaba. Éste es el presente que siempre quiero vivir: ser una con mis letras y
con nadie más.
Karla Paola Choreño