Su sangre escurría por mis manos… Tan
tibia, carmesí.
Su olor despertaba un instinto que no conocí antes.
Mi lengua pasó por mis labios, mis dientes encajaron
Mi lengua pasó por mis labios, mis dientes encajaron
lentamente en su suave carne…
Un pequeño grito se ahogó en el silencio…
¡Comer Sirloine
en pimiento siempre es tan delicioso!
María del Sol Ríos Ávila