(Recreación del cuento
“La señorita Green” de Guillermo Samperio)
Hasta ese día, su
gran hazaña había sido trepar y confundirse con un árbol. Nadie quería jugar
escondidas donde hubiera árboles porque ella siempre ganaba.
Su
exterior verdiazul no era más que el reflejo de su interior. Verde como el
alegre campo de primavera y azul como el mar. Tan bella por dentro como por
fuera. Ella compartía su alegría con todos, aunque a nadie conociera. No había
por qué llorar ni por qué opacar esa dulzura de su rostro inocente.
Aquella
mañana se levantó de la cama con un intenso dolor de panza, solo para comprobar
que ya no era una niña y tampoco era verde ni azul. Era roja. Roja era su
colcha. Roja su pijama. Rojo su calzón.
Ahora
sí había por qué llorar. Su nueva gran hazaña, a partir de ese momento, sería
recuperar su mayor cualidad: ser una niña. Una niña verde y azul.
Anaelsy
Alvarado Estrada