sábado, 21 de marzo de 2015

Una pluma esmeralda

Una tarde naranja, sentado bajo la sombra de un árbol, un niño habla con su padre.
            A lo lejos se escucha el fluir de un río que atraviesa el campo llevando hojas secas de árboles muertos.
            Papá, ¿Por qué ese pájaro se esconde en esa rama? No me gusta que me salude y se aleje.
            El viento de noviembre sopla con un frío que golpea los huesos.
 Es chistoso, Pa,  no he visto muchos pájaros como él. Tiene los mismos colores de tu ropa. Sí, la que llevas puesta en esta foto.
El pequeño toma de su bolsillo una vieja fotografía con los colores desgastados.
Ese suéter es el que traigo hoy, mira... ¿Sabes, Papá?...Ese pájaro es igual que tú, siempre cuida a sus hijitos. Ayer llegó con unas varitas en forma de espada, como la que me compraste hace un mes...
El frío hace titubear al niño.
No entiendo por qué el pájaro se va, Papá, ¿Por qué se esconde? No me gusta hablarle a esta piedra...Tengo mucho frío. Papá, quiero que me abraces...Sal de tu cama y háblame...Papá, te extraño...
El niño rompe en llanto. En ese instante, el viento cálido del norte rodea al chico y cuando, lleno de lágrimas, observa el cielo despejado, una pluma esmeralda cae en sus manos.
Su padre lo abraza por última vez.

                                                                                              

                                                                                             Alan Yair Vega Vázquez