sábado, 21 de marzo de 2015

¡No más melancolías!

Me empino el caballito de tequila. Apago el móvil que emite la antología de Jaime Sabines y salgo a olvidarte.
Empeora, todo empeora. Empeoro yo. Me pudro.
Una pareja se abraza afuera, sentada en la banqueta, junto a excrementos de perro. Ella no sabe que él sólo la quiere para jugar.
Camino. Me olvido de ti. Te odio, te amo, te amé. No te olvido, aún no. Lo haré. Me odio amándote. Ira, tristeza, dolor. Te olvido, no puedo.
Pateo lo que encuentro: la basura, los recuerdos, los momentos juntos, las estúpidas piedrecillas con las que te entretienes cuando caminamos, cuando caminábamos.
Escupo a los charcos en los que sueles admirar tu reflejo, el del cielo.  Vanidosa, tonta. Engañosa arpía.
Lárgate a envenenar a otra persona, sonríele y deja que se enamore de tus hoyuelos y tus ojos. Asfíxialo con tu aroma frutal.  Embriágalo con tu néctar de mujer. Ciégalo  con tu astral sonrisa y tu brío perenne. Cuéntale tus secretos y adórnalos con estrellas para que parezcan singulares...
Finalmente, abandónalo.
Para que patee piedritas, igual que yo. Para que patee tu recuerdo, igual que yo.


Brenda Aidé Gutiérrez Hernández