domingo, 22 de marzo de 2015

Cronofobia

Conocí a muchos poetas en libros,
yo era una niña
andaba a la caza
de esos nocturnos,
aéreos seres
que se hacen llamar escritores;
los guardé en mi alborotada cabeza,
me fui llenando rápidamente
de palabras que hice mías,
pinturas que pude sentir
bajo mi generosa,
frutal
y nueva piel.

Conocí a mucho poetas en tabernas,
guardé  todas sus notas
en mi humidificada boca,
las caricias se tatuaron en  mi cuerpo.
Me deshicieron.
Me hicieron
poema,
amante,
desconocida,
me hicieron primavera,
invierno,
me hicieron inocente
y sabia.

En los últimos estragos del temblor,
uno de ellos,
viéndome de lado
en el mismo colchón,
me miró
y murmuró algo parecido a un suspiro,
“te daré un buen consejo:
no envejezcas”.

Después de esa noche,
he podido notar,
el idilio que tiene el tiempo
sobre las líneas de mi piel.
         
                              
                        Ana Beatriz Carranza Leyva