(Inspirado en el libro de minificciones La
sueñera, de Ana María Shua y en la obra “Salir con chicas que leen”,
ilustración de la artista Eva Vázquez)
Se hacía tarde. El
libro no pasaba. De pie, en la esquina de mi casa me estaba impacientando. El
libro arribó suavemente, se parecía a mi cama.
Se abrió solo, como en esos cuentos de hadas. Lo abordé, se cerró de
tajo y siguió.
Me senté al lado de Santa, le hice
la plática, es muy divertida. Me dijo que bajaba hasta “Gamboa”. El libro paró
en “Spota” y Ugo Conti bajó tan rápido como pudo. El libro siguió su camino, ya
no hablé con Santa, sólo la escuché cautivado por su belleza.
Ixtla Cienfuegos y Aura se
levantaron justo antes de llegar a “Fuentes”. Después me percaté de que en poco
tiempo arribamos a mi parada. Alejandro Garrido y yo bajamos en la misma estación,
no vale la pena pronunciar el nombre de la estación. Está cerca del puerto,
diviso un pequeño bote, me pregunto quiénes serán esos dos.
Por un descuido, Harry Potter casi
me atropella en su libro particular. Atravesé la calle, saludé a R. U. Pickman y entré a la oficina. Otro
día más.
Desperté…