martes, 20 de agosto de 2013

MATINÉE DEL SEXO

Me desperté. Te vi a mi lado desparramada, un hilo de baba escurría por tu mejilla izquierda, mientras un contorno blanco de saliva seca pintaba la comisura de tu labio inferior.  Roncabas muy fuerte, seguramente eso me despertó. Dejaste escapar una flatulencia. Tus pies hediondos se asomaban entre las cobijas.
            La habitación apesta a tabaco y a sudor. Fumaste anoche. Odio que fumes. Lo odio tanto como a nuestra pequeña habitación azotada por el sol durante el día. En la noche el dormitorio es un desagradable sauna. Siempre amanecemos empapados.
   Te despiertas. Abres tus ojos azules atestados de legañas. Me dices buenos días de frente. Tu aliento es de un centavo egipcio enterrado durante años en el desierto. Más despeinada no podrías estar.
   Alguien me dijo que no me casara contigo. Ya no eras virgen. ¿Qué me podrías ofrecer? Le contesté que el resto de tu vida era más que suficiente.
    Los fluidos y nuestras asquerosas intimidades son un tesoro para mí. Eso es confianza.
            Te amo. Te doy un beso con mi repulsivo aliento. Nos abrazamos. Nos dejamos llevar por las caricias. Las cobijas terminan en el suelo. Hacemos el amor como el poema más romántico y sucio que se pudiera escribir.

White Boogika