martes, 30 de julio de 2013

Un segundo hogar


Prepa 3… Una preparatoria de la UNAM, un recinto de enseñanza y también un segundo hogar. 
Prepa grande, Prepa imponente, Prepa nueva, Prepa guapa, con tantas ganas de avanzar y con miles de historias por contar.
Por aciertos, deseos o, a veces, mala suerte, llegamos aquí. Tres años hemos vivido en este sitio, cuatro y cinco algunos otros, pero finalmente aquí forjamos el futuro de un ideal. Llegamos de mañana y, por el simple gusto de estar en este espacio tan familiar, dormimos en pastos y  en la cafetería comemos cuernitos o unos merecidos tacos Alexis que a las 2:30 p. m. el estómago reclama como propio.
Conseguimos amigos de toda la vida, quizá un amor de año escolar, de verano o de periodo, miles de aventuras, una que otra sanción y multas de biblioteca. Emprendemos largas carreras de un edificio a otro, solo porque elegimos mal el horario. Sufrimos en los pasillos cinco minutos antes de un examen, mientras vemos algún despreocupado compañero en pleno romance.
 Nos maravillamos por la belleza de nuestras jacarandas y creamos historias alrededor de las palmeras, cantamos, jugamos y realizamos picnics en los pastos. Corremos por las pistas, anticipándonos al extra de Educación física; merodeamos por toda la Prepa en busca de los carteles que anuncian eventos culturales para estar al tanto de lo que sucede.
 Lloramos por un corazón roto en algún rincón del tercer piso, mientras que a nuestro lado celebran un beso más del amor bien merecido.
¿Y qué me dicen de la biblioteca?, esa hermosa biblioteca, cuya tasa de asistencia es mesurada en curso normal, pero en periodos finales, incluso pelear por un libro a golpes es aceptable, o  ¿qué pueden contarme de esa gente amable a quien conoces solo porque no traes un lápiz? O,  de esos otros que demuestran el espíritu universitario cuando, viéndote en problemas por algún trabajo, acuden en tu ayuda como ángeles caídos del cielo.
Porque, finalmente, “de la tarde” o “de la mañana”, de cuarto, de quinto o de sexto, somos parte de una misma institución, una casa grande, grande y verde, que alberga a jóvenes ansiosos por salir y enfrentarse cotidianamente a los retos de la vida urbana.
Yo, como muchos otros, vivo aquí entre clases, amigos, actividades y amores perdidos; como muchos otros, ésta también es mi casa y la cuido y respeto porque, desde mi primera entrada por la puerta principal (esa por la cual todos los días cruzan sueños, ideas, pensamientos y anhelos vestidos de diferentes, originales y sorprendentes maneras), supe que nunca volvería a ser la misma.
Cada profesor, bueno o malo, cada materia y dolor de cabeza, cada compañero, amable u odioso, procedente de colonias cercanas o lugares lejanos, conforman mi vida en la Prepa. Todos tenemos algo en común, somos preparatorianos de la 3, de la “Justo Sierra”, de la Prepa de Eduardo Molina, sí, esa junto al cine…
Y una vez preparatorianos, preparatorianos seremos hasta la muerte.

                                                                                                                                 María del Sol Ríos

                                                                                                                                                   Grupo 507